Uno de los supuestos básicos de la PNL es que “el mapa no es el territorio” (Korzybski, 1933): la representación interna que uno se hace del mundo siempre es diferente de la realidad exterior.
Sólo podemos atender a una pequeñísima parte de los estímulos que recibimos, y los filtramos según nuestras capacidades físicas, y también según los valores, creencias, prejuicios y cultura de cada uno.
Así, mi mapa no es más que mi interpretación del territorio y cada persona reacciona a su mapa del mundo.
Podemos tenerlo en cuenta cuando la actuación de una persona nos sorprenda o irrite, y nos ayuda a respetar puntos de vista diferentes al nuestro.
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